Y es que, todo depende del balcón desde el que miras

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martes, 5 de julio de 2011

Plagio argumental, morbo y relatividad

Hay rachas de sequía en que me descuelgo de mi blog y entonces temo por mis cinco lectores fijos (¿tantos?). Pienso que con toda la razón me abandonarán y se harán seguidores de mividaesunaferia.blogspot.com, nuncapensequelascastañasfueranacambiarmivida.bitacora.es o impersionesdeunavamp.blogito.net. La competencia es dura.
Así que esto días de sequía por "motivos personales", que supogo que los tendré aunque no los confiese, me crean un estado de inquietud sin igual. Hago cualquier cosa por un buen post, soy como un paparazzi a la caza de la exclusiva. Y es por eso que hoy, sin pudor alguno, pero con la verdad por delante -no sé si os he dicho que estos días acabo de concluir "Crimen y castigo" y ese es un título de gran peso- me dispongo a plagiar el relato de G, o mejor, su disertación sobre lo "relativo".
Ayer mi amigo G., persona muy persistente en sus cavilaciones, sufría dolor de dedo meñique de la mano izquierda. Barruntaba la estrategia para personarse en la consulta de su traumatólogo, con objeto de encontrar una explicación a tan inesperada molestia, cuando se le ocurrió hacer una parada técnica en el super del barrio y comprar doscientos cincuenta gramitos -lo que viene a ser un cuarto de kilo- de jamón ibérico.
Allí estaba, esperando su turno, cuando paró la maquina y el charcutero hizo mueca de dolor -ambas cosas a la par-, giró sobre sus talones y se encaminó, sin prisa, al cuartito adyacente. A través del ventanuco acristalado, vieron los clientes al charcutero intercambiar impresiones con su compañero. Dos minutos después éste último se dirigió al mostrador para sustituir al herido.
-¡Nada, que se ha cortado un dedo! -dijo a modo de saludo- hemos puesto el pedacito en hielo.
"Qué sangre fría" pensó G. "como se nota que no ha sido su mano".
Pero dos segundos después G. estaba tragándose sus pensamientos.
-A mi me pasó lo mismo, miren- informó el charcutero sustituto a la clientela. Acercó la mano por encima del mostrador de cristal y movió el dedo gordo hacia delante y hacia detrás para que todo el mundo lo observase. Una cicatriz en forma de círculo irregular daba testimonio de que la yema de aquel dedo, en algún momento, había tenido vida propia - Gajes del oficio. Peor es la pollería, yo una vez me clavé la uña de un bicho, una hinchazón que no vean, casi se me gangrena. Ya me veía yo sin mano. Ja, ja, ja... Pero tengo fotos. ¿Se las enseño?
Nadie dijo que sí, claramente, pero todos acercaron sus cabezas hacia el smartphone. Donde fueron sucediéndose las imágenes que el dependiente fue introduciendo: "con la uña clavada", "el agujero o cráter que me quedó después de sacarla", "la hinchazón del día siguiente", "y esta es la mejor, mira toda morada y tres veces más grande de lo habitual".
- Y ¿por qué no usan guante? -preguntó una de las mujeres que habían atendido toda la explicación.
-Quite, está prohibido. Huy, si se te engancha. Entonces te hace puré. A mi hermano le pasó, hace dos años o así. La mano rebanada, totalmente. Como un filete, a lo largo. Le llevaron corriendo y se lo pudieron coser, pero ha perdido movilidad. Bueno... un montón. Ni cerrar el puño puede. Ja, ja. Que le digo yo de broma que ya no puede cantar la Internacional, le da una rabia... Es que es de derechas, ja, ja, ja...
Y G. se fue de allí, sin comprar ni un gramo de jamón, por si las moscas, y con la seguridad de que seguramente lo de su dedo no era nada. No hay nada como ver la justa medida de las cosas, se dijo.

3 comentarios:

Edu dijo...

Espero que me hayas incluido dentro de tus 5 lectores fieles, y sino, cuenta uno más. Ánimo y sigue escribiendo, que es muy entretenido.
Besos

Anónimo dijo...

G tiene dolencias miles así que voy a organizar excursiones varias a fábricas, minas y obras de carretera para que relativice y se olvide de sus terminaciones nerviosas por un tiempo.

Anónimo dijo...

Peo fue el charcutero de mi vecina. Pensando que troceaba una salchicha de Sajonia, se rebano la pirula, y no se dio cuenta hasta que aquella noche su mujer fue a buscar a su amiguita y se encontro con que no estaba alli para satisfacerla. lo peor es que nunca supieron quien se la zampo con ketchup.
Ahora ese hombre se llama Lydia. Algun dia os la presentare...