Y es que, todo depende del balcón desde el que miras

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miércoles, 9 de agosto de 2017

Buen camino


Me colgué la mochila al hombro y me eché al Camino. Salí desde el punto dónde me encontraba para caminar unos días, a dónde llegara. Elegí el Camino del Norte, porque Patria Querida me pone las pilas y no podía imaginar un lugar mejor para perderme.

Han sido solo siete días y reconozco que mis previsiones se quedaron cortas. Paré cuando mis piernas ya se habían acostumbrado a caminar durante más de cuatro horas seguidas, cuando mis gemelos se habían relajado, cuando ya me sonaban las caras de los que nos encontrabamos en el albergue y en las tardes caía más de una caña y muchas risas. Podía haber seguido, pero alcancé la meta fijada: Luarca. Bonito y simbólico lugar para disfrutar de unas últimas horas para una sola y decirle al Camino un ¡hasta pronto!

Me queda mucho para ser una entendida en el Camino (como poco tendré que retomarlo y alcanzar Santiago), pero supongo que cada uno saca su propia filosofía de la aventura (aventurilla) y aunque no sea nada original, os cuento la mía.

1. El Camino te enseñará Mindfulness, imprescindible si no quieres caer o perderte. Un resbalón a tiempo, sin llegar a tocar suelo, puede ser una primera advertencia.

2. El primer día te sirve para vaciar la mente, luego los pensamientos vuelven... y fluyen.

3. El Camino te habla. Si no encuentras a nadie en todo el día está claro: te bastas y te sobras, no necesitas más. Ya llegarás al albergue y encontrarás compañía, o no.

4. Confía, el Camino te da lo que necesitas en cada momento. Si tienes que cruzar el Nalón por el estrecho arcén de una carretera nacional y la sensación de estar emparedada entre la barandilla del puente y el "quitamiedos" es el escenario de tu peor pesadilla, un kilómetro antes te encontrarás con una peregrina alemana que te acompañará durante un trecho. Si empieza a diluviar encontrarás un pueblín con un bar. Si has de cruzar un riachuelo con apenas puntos de apoyo o bajar una pendiente empinada llena de rocas resbaladizas ahí estará el palo que necesitas...

5. Todo lo que es del Camino se queda en el Camino. Así que una vez que cruces el río o acabes de bajar la pendiente, devuelve el palo. Lo he comprobado: hojita u ornamento natural que recogía del suelo con ánimo de llevar conmigo, volvía al suelo antes de abandonar el sendero; mensaje recibido.

6. Las flechas y las vieiras son tus mejores amigas, no dudes, cuando las invoques apareceran.

7. Por eso, por el escenario y por muchas cosas más, darás gracias en todo momento.

8. Si caminas en solitario, quizás te sorprendas hablando sola el cuarto día. No es grave, ni perdurable.

 9. Cuando camines, no avances desde las piernas, sino desde tu tercer chakra. En momentos de dificultad tira de él y repite tu mantra (por ejemplo: deseo, quiero, puedo. Desde aquí: gracias a la chica del tatuaje de la que lo tomé prestado una tarde en el metro).

10. Tus cinco sentidos se abrirán como vieiras para captarlo todo. Siente. Asturias huele a heno, a eucalipto, a mar, a vacas, a monte, a verde pasto...

11. Caminar sobre barro es divertido: choff, choff, choff... (y el goretex funciona).

12. Que tu objetivo no sea llegar, disfruta del paseo.

13. Si te encuentras con José Fernández, nacido en 1917 y se entretiene en contarte unos "sucedidos", escúchale. Cada persona que te encuentres será una anécdota o un recuerdo amable. En ocasiones te sentirás como Caperucita, alguno te dará consejos tipo "sigue mejor por este caminito", si haces o no caso ya depende de ti. La decisión siempre es tuya.

14. Si llevas una buena gorra no necesitas gafas de sol.

15. Ponte el chubasquero solo si llueve mucho: mejor ser una boba calada que un pollo asado.

16. Cuando prepares la mochila hazle caso a tu amiga/o que ya estuvo allí: lo imprescindible. (Gracias, Irene) Comprobarás que la temida mochila no es tan terrible, incluso los primeros días de después la echarás de menos.

En resumen y aunque no sea nada original lo que escribo a continuación: el Camino es como la vida misma pero sin lo accesorio, sin distracciones. Merece la pena meterse de lleno en él aunque sea solo por unos días para darte cuenta dónde te hallas y recolocarte.


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